Cuando abro los ojos, veo en
las sábanas blancas restos del maquillaje de anoche. La sombra de ojos dorada deja una estela de luz bajo la luz que
atraviesa las cortinas.
El rímel negro, arañazos de sangre.
El lazo está desecho en el suelo. Al lado esa camiseta que tantos suspiros levantó en su día.
El cielo claro permite una vista perfecta de un semi paraíso fuera de la ventana.
Un suspiro me pone la
piel de gallina. Ahí estás tu. Dormida. Con la sábana cubriendo ese cuerpo joven e inocente, corrompido una noche antes. Observo el resplandor de tu piel de nieve bajo los rayos de luz.
Tu pelo, oscuro con
reflejos de vida, te cubre parcialmente la cara y los hombros, frágiles bajo una caricia. Eres el deseo en persona, dulce pelirroja.
Ya son dos noches que paso contigo. Dos días que despierto a tu vera. Y no me canso de observarte, de desearte, de acariciarte. Eres un mundo cálido. Tus besos, moviéndose la ritmo de tu joven corazón. No quiero que esto pase, quiero mantener la calidez de estos segundos adheridos a mi piel.
Abres los ojos, esos ojos llenos de vida. Cálidos,dulces,apasionados,llenos de esperanza, de un sentimiento que hace que no pueda apartar mi mirada de ellos. Son preciosos, como tu, dulce niña.
Me sonríes, me besas. Haces que pierda el control. Me apartas el pelo de la cara. Y me dices que esta noche ha sido especial, que todo lo demás se olvida cuando estás conmigo. ¡Ay querida mía! Tus palabras son oro derretido en esta estela de incertidumbre.
Te quiero adorada mía. Quiero que seas mía, durante mucho tiempo. Pero, por desgracia, dentro de poco la oscuridad se cernerá sobre nosotras. Y todo acabará.
Quedándome así el recuerdo de tu mirada sobre mí, de tu suave tacto y aroma en mis sábanas blancas. Con el maquillaje como único recuerdo de que has estado aquí realmente.¿Por qué dulce chiquilla?
¿Por qué todo tiene que acabar así? ¿De qué tienes miedo? Puedo darte seguridad y fidelidad, quizás más de lo que nunca te hayan dado. Y lo único que te pido a cambio, es cariño y ternura.
Te necesito niña de la sonrisa perdida. Y sé que tú a mí también. La mirada triste me delata. Frunces ese entrecejo pálido. Me acaricias y no puedo evitar derramar una lágrima pensando que quizás nada de esto es real, que todo es un sueño. Me besas y dices las palabras mágicas: " Te Quiero "
Me acerco a besarte, y entonces ocurre.
Abro los ojos, y asustada me vuelvo. No hay nadie más compartiendo el calor de la cama. No estás, no hay nadie. Entonces el poco maquillaje que pueda quedarme se derrama al compás de las lágrimas.
Siempre eres un sueño, dulce pelirroja. ¿Cuándo será real? ¿Cuándo podré abrazarte entre mis brazos sin que el paso del tiempo se note?
Entonces una risa me hace saltar de la cama, corro a lo largo de la casa. Cuando abro la puerta, ahí estás tú. Tumbada en el salón, envuelta en una manta que aumenta progresivamente la belleza de la imagen.
Me miras, te levantas, cubres mi desnudez con la manta. Me fundes en tu abrazo, me besas y es entonces, cuando las palabras se pierden en el aire. No las oigo, no me hace falta.
Sólo quería volver a sentirte cerca. Y no dejarte escapar.